Cómo la clase política puede pescar en el río revuelto del Covid-19

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Algunos políticos, como hienas del erario público, han aprovechado para seguir saqueándolo. Otros dirigentes se han presentado ante la opinión, sobreactuados y con sus mejores vestidos de candidatos caricaturescos en campaña.

Entre tanto la mirada extraviada de los partidos políticos, hoy más ausentes que nunca de sus compromisos sociales derivados de la democracia colombiana, sencillamente no se dan por enterados de la apremiante situación de salud y social de los colombianos, de la inevitable afectación de la pandemia en la economía, corroborando que solo son eficientes para sus “uniones temporales” o “empresas” electorales de compra de conciencias.

Hasta aquí se puede afirmar sin duda que unos y otros especímenes de la anacrónica clase política colombiana solo propenden por pescar en el río revuelto de la pandemia.

Sin embargo, hay que reconocer a unos pocos dirigentes contados con los dedos de una mano, quienes se muestran más técnicos, profesionales, enterados y verdaderamente preocupados frente al tema de la COVID-19, aportando proactivamente propuestas inteligentes para paliar la apremiante situación que vivimos, evidenciando la falta de liderazgo nacional porque es claro que no hay líderes nacionales, que cuando hablen como en otrora se paralizaba a pesar literalmente el país.

Contrario sensu hay por lo menos tres temas en la palestra pública para llamar la atención de toda la dirigencia.

1.- Funciones del Congreso de la República.   Al parecer la corporación continúa siendo un comité de aplausos frente a ésta cara competencia. En estos momentos se requiere un Congreso de la República mucho más activo, técnico e independiente del fortísimo poder ejecutivo.

Una vez concluido el Estado de Excepción de Emergencia decretado por el Presidente de la República, debe reasumirse activa y responsablemente su competencia legislativa, tendiente a resolver los grandes problemas sociales del país en materia de salud, educación, empleo, economía, ciencia y tecnología, entre otros, que amerita tener una solución en las circunstancias derivadas de la pandemia que nos golpea a todos por igual.

2.- Corrupción. El pueblo colombiano no se conforma con más “Investigaciones Exhaustivas” anunciadas con bombos y platillos mediáticamente por los titulares de los Órganos de Control, que nos acostumbraron a administrar justicia a través de los medios de comunicación, pero inconducentes históricamente a nada o a casi nada, en muchas de las veces selectivas en cuanto a sus sujetos, siendo algunas veces buenos ejemplos si de violación de derechos.

La coyuntura exige sancionar efectiva y ejemplarmente a quienes se han aprovechado de la pandemia para robar la hacienda pública, como también espera que la Fiscalía haga lo propio con los particulares, quienes acaparan y especulan con los precios, dando también muestras de su independencia y no de estar al igual que los órganos de control en el bolsillo del ejecutivo, como es voz populi en Colombia.

3.- Política Pública coherente contra el Coronavirus.  La política pública en contra de la pandemia debe ser nacional.  Si bien es cierto se han obtenido unos resultados más o menos positivos hasta este momento, que hablan de lo medianamente adecuadas de las medidas proferidas por el alto gobierno nacional.

No es menos cierto, que el ejecutivo nacional se muestra inseguro, errático e inestable en sus decisiones, transmitiendo un mensaje de incertidumbre a los colombianos. 

No hay credibilidad en los datos oficiales, son contradictorios los conceptos con relación a los de los expertos epidemiólogos, situación que agudiza el temor de la población con relación a la efectividad de las medidas contra la pandemia, pensándose a nivel nacional la preferencia del gobierno por anteponer los intereses por beneficiar a la banca, la industria y la economía, ante el de las necesidades apremiantes de los más pobres del país, iniciando por su Derecho a la Salud.

La COVID-19 pondrá finalmente en un quemadero a toda la dirigencia nacional, regional y local, de la cual los colombianos están bastante casados, enviándola por fin al ostracismo definitivo o catapultando los nuevos liderazgos que requiere la sociedad colombiana.

Todo dependerá de los resultados de la contención de la epidemia, los cuales apenas estamos observando pues no hay nada escrito en definitiva en el mundo con respecto del virus. Lo único dolorosamente cierto es que está en la calle, que ningún país del mundo ha tenido la infraestructura médica suficiente para atender a los contagiados, que definitivamente no hay vacuna, que nada reemplaza para disminuir su velocidad de propagación que el quedarse en casa y que lo más seguro es que mata en tanto su letalidad ha puesto en vilo inclusive a las potencias del planeta.

CP

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