Juan Carlos I: ¿Se puede legitimar la corrupción?

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¿Dónde está el Rey emérito Juan Carlos? Acabamos de saber que en Abu Dabi. Si soy sincero no me importaba absolutamente nada, porque sé que, estuviera donde estuviera, estaría en un lugar protegido con su seguridad, en una vivienda lujosísima, con un entorno envidiable, con una vida de confort y manjares, adulado y protegido por los poderosos y moviendo ficha para evitar problemas con los tribunales de justicia.

Lo que sí me preocupa son los millones de personas que viven en la miseria, de la gente que muere de hambre, de esos refugiados abandonados a su suerte, encerrados como animales y rechazados para que vuelvan a un país que ya no existe.

Me preocupa la gente de mi país y de otros países, cercanos o lejanos, donde la gente se ha quedado sin futuro, con mucho dolor y que miran a sus hijos y los acarician, saltándoseles alguna lágrima sin que se den cuenta, pensando qué les deparará la vida, pregunta, tal vez, atravesada por la incertidumbre y la angustia de vislumbrar un horizonte con muchos problemas y obstáculos.

Independientemente del debate lógico y normal, sin desgarrarse las vestiduras, de república o monarquía –yo prefiero, intentando evitar las ingenuidades o los simplismos, la república–, veo con mucha tristeza e indignación los comportamientos inmorales, defraudadores y corruptos de Juan Carlos, aunque alguien podría decir que hay que añadir que son presuntos y que hay que demostrarlos.

Las noticias de sus comportamientos corruptos e indignos vienen avaladas y certificadas por informaciones abrumadoras y de mucha consistencia, independientemente del recorrido judicial; y tengo claro que se van a producir injerencias y presiones para evitar cualquier juicio y, mucho menos, una condena.

Mientras las familias españolas eran desahuciadas, la gente perdía el trabajo y solo encontraba un trabajo precario y eventual, mientras se producían recortes sociales, laborales y civiles, se dedicaba a ganar dinero fraudulentamente y lo que ganaba no lo declaraba para no pagar al fisco español, generando una gran fortuna. Ese dinero que evadía para no pagar impuestos hubiera venido muy bien a nuestros compatriotas.

La codicia humana no tiene límite y es irracional. ¿Qué necesidad tenía de ese comportamiento corrupto? ¿Es que pensaba que se iba a ver en las colas de Cáritas?

Veo con preocupación ese intento de blanquear su corrupción, la maldita corrupción, alegando lo mucho que ha hecho por este país. Es curioso este argumento, porque, por ejemplo, un alcalde que se considere que ha hecho muchas cosas por su municipio, ¿puede quedar libre si es pillado ‘in fraganti’ en un hecho corrupto?

La respuesta es que no. Sus comportamientos inmorales no pueden borrar lo bueno que haya hecho, pero, lo bueno que haya hecho no puede borrar y menos justificar la corrupción.

Esto me recuerda lo que dice Eduardo Galeano, que afirmaba que hay personas que diferencian entre el corrupto que hace muy poco por su pueblo y el que hace algo por la gente, valorando al que hace algo, pero aceptando que sea corrupto.

¿Hemos llegado a esta situación en nuestro país? Aún recuerdo esa frase demoledora en defensa de la corrupción en pleno ‘boom’ inmobiliario que decía: «Hacen bien en llevarse el dinero, yo haría lo mismo y tú cállate, porque si estuvieras ahí, harías lo mismo o más».

No han sido los republicanos, ni Podemos, ni los comunistas los que han mermado la monarquía, sino su conducta

Para minimizar la corrupción de Juan Carlos se alude a los casos de políticos condenados por corrupción, utilizando la técnica del ventilador. Esta técnica lo único que hace es decirle a la ciudadanía que la corrupción es algo normal, que está en la economía, en la política y en la monarquía.

¡Para decirle a una persona que lo está pasando muy mal que pague el IVA! En el momento actual, te dirá que «pague el Emérito con el dinero que nos ha robado».

La corrupción y la ausencia de ética de Juan Carlos ha hecho un gran daño a nuestro país, incluso, ha hecho un gran daño a la propia monarquía.

No han sido los republicanos, ni Podemos, ni Pablo Iglesias, ni los comunistas los que han mermado la monarquía, ha sido sus comportamientos corruptos. El mayor enemigo de la monarquía han sido ellos mismos, enriqueciéndose ilícitamente, aprovechándose de sus privilegios.

Una cosa que debería hacer es devolver el dinero que ha defraudado, sin tener en cuenta si ha prescrito el delito o si lo hizo siendo Rey y, por tanto, sus delitos no son juzgables.

Tiene que devolverlo íntegro, es su obligación ética, y pedir perdón. Ese dinero que tiene que devolver nos va a venir muy bien en la situación actual de crisis social y económica.

CP

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